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BENEDICTO JIMÉNEZ

CAÍDA Y ASCENSO DE UN POLICÍA

Publicado: 2014-11-02

Hay una escena memorable en la película Batman el Caballero de la Noche, film que explora las humanas complejidades de un súper héroe. Éste le dice le dice a su amigo algo como: “… O mueres siendo héroe, o vives lo suficiente para convertirte en villano”.

Esta frase parece resumir la historia del coronel Benedicto Jiménez, capturado hace unos días por presuntamente integrar una millonaria red de corrupción que operaba al más alto nivel. Y es que Batman no alude necesariamente a la muerte física, sino al retiro voluntario hacia el sosegado anonimato. Pero Benedicto Jiménez anhelaba mantenerse en acción. Creía haberse ganado ese derecho luego de la captura de Abimael Guzmán, y en ese afán, llegó acaso a vender su alma al diablo.

Se necesita grandeza humana para retirase a tiempo. Esa talla de la que careció en otro tiempo (y en otras circunstancias) Andrés Avelino Cáceres, quien al convertirse en gobernante, echó a perder buena parte de su aureola de héroe de la Guerra del Pacífico. Destino diferente se forjó, por ejemplo, por Nelson Mandela, cuya magnanimidad lo llevó a renunciar a la posibilidad de un segundo periodo como presidente de Sudáfrica, cuando casi todo su país se lo pedía. La debilidad por el protagonismo asomaría por primera vez en Jiménez cuando sintió que le estaban arrebatando el mérito de la captura del cabecilla del más sanguinario grupo terrorista de nuestro país. La rivalidad con el general Ketín Vidal data precisamente de aquellos turbulentos años.

Más tarde lo veríamos como candidato a la alcaldía de Lima por el partido aprista, haciéndose llamar “el Sheriff”. Más allá de lo anecdótico del título, posiblemente se escondía el afán por recuperar ese lugar de poder y de popularidad que era una de sus nocivas flaquezas. Su efímero paso por la televisión peruana abonaría en favor esta tesis. Pero la gente se fue olvidando de él, y fue en ese momento donde habría cedido a la tentación de mantenerse admirado o temido, pero del otro lado de la ley. Quién sabe si en su fuero íntimo, llegó a sentir que el siniestro Rodolfo Orellana Rengifo le ofrecería lo que el Estado le negaba. No justifico esta actitud. Tan sólo trato de entenderla.

Una imagen televisiva resume esta debilidad tan temeraria de quererse ubicar más allá del bien y del mal. Increpado por uno de sus opositores Jiménez vocifera que el Perú le debe a su persona la pacificación. Lo siguiente es historia conocida. Su triste papel sería entonces la de atacante mediático de todo aquel que osara emplazar o investigar a su jefe Orellana. Agazapado en las páginas de la revista “Juez Justo”, el otrora Sheriff se dedicaría a difamar, o a injuriar a cuanto agente de la ley tratara de desentrañar la red delictiva que integraba. Puso toda su experiencia, su sagacidad y sus contactos, al servicio de uno personaje que montó una de las organización con los más altos tentáculos del poder. Es inevitable reflexionar en este punto sobre aquello de que el periodismo puede ser la más noble de las profesiones, o en el más vil de los oficios, frase nacida de la lúcida pluma de don Luis Miro Quezada de la Guerra.

Sin embargo, vivir en el filo de la navaja, tarde o temprano termina por pasar la factura. Y esta semana vimos a un Benedicto Jiménez con los grilletes, que alguna vez el colocó a Abimael Guzmán, y con la mirada llena de rabia (quizá contra sí mismo). Pudo retirarse a sus cuarteles de invierno, quizá a escribir sobre sus buenos tiempos en el GEIN. Pudo también dedicarse a instructor académico, volcando los conocimientos que alguna vez le dieron tanto éxito. Pudo, en fin, dedicarse a su familia, y es probable que lo intentara. De esta forma, como el mítico Batman, hubiese muerto como héroe, y no terminar como villano. Pero no pudo controlar su adicción a la adrenalina de las cámaras. Esas ansias de mantenerse en el centro de la acción, no importando si no estaba del lado de la ley. Es posible que termine sus días en prisión, lo cual significará un triste final para quien pudo pasar a la historia (y en algún tiempo lo fue), como uno de los modelos a seguir por los jóvenes policías, ahora que los buenos ejemplos escasean. Finalmente, toca a la escuela y a los medios de comunicación, el desafío de crear estos paradigmas que nuestra juventud tanto necesita.


Escrito por

Billy Crisanto Seminario

Buscador incansable de la verdad. Temperamental y apasionado. Deprimido a ratos, sin embargo me llena de dicha contemplar las estrellas. Cuando me siento mal vuelo al mundo de la fantasía donde encuentro a mi musa a quien colmo de amor y luego...simplemente es


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marginal777

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