Por: Billy Crisanto Seminario

Quienes demandan, no sin razón, una reingeniería (rediseño radical y re concepción fundamental de los procesos, con el fin de de elevar la eficiencia, la eficacia y la productividad) de la administración educativa, deben estar pensando en una solución estructural. En efecto, los deprimentes resultados en la Evaluación Censal de Estudiantes 2012 exigen cambios profundos en el funcionamiento de los órganos que administran la educación. Para decirlo en otras palabras, sólo de forma global se revertirá el actual estado de cosas. Es urgente medidas como un gran programa que involucre a maestros y padres de familia. Intentaré analizar el problema del bajo nivel de comprensión lectora que es el que conozco, considerando que la solución del de razonamiento matemático debe tener algunas similitudes.

Hagamos un poco de historia vivencial. Algo que marcó nuestra infancia y nos enrumbó hacía el mundo de la lectura fue el estímulo de nuestros padres. Hasta hoy recuerdo claramente las historias que nos contaba mi madre, allá en nuestra casa del campo (que era la única que teníamos). Cada cuento de aquellos afiebraba nuestra  imaginación, convirtiéndonos en voraces demandantes de más historias. Mas tarde, en la primaria y en los primeros años de la secundaria, ante la ausencia de una biblioteca, comenzamos a leer los pocos libros que mi padre compraba, pero nunca terminaba de leer. Bastaba  mirarlo leyendo en la mecedora algunas tarde para desear imitarlo.  Recuerdo haber releído con temprano entusiasmo dos libros que, supongo, eran los primeros de autoayuda de esa época. Me refiero a “Cómo hacer amigos e influir en la gente” y “Cómo dejar de preocuparse y empezar a vivir“, ambos de Dale Carnegie.

Más tarde ya en la ciudad, debo especial gratitud a la señora Anahí Baylon (a quien Piura debe un homenaje por su indesmayable  y fecunda labor en la Biblioteca Municipal). Fue ella quien me sugirió muchos de los libros que hoy son mis fieles  compañeros de cabecera. El tema detrás de estas historias es lo fundamental de contar, en la niñez y en adolescencia, con personas que cumplan el rol de fomentador de la lectura. No se trata de que nos encarguen leer autores que ellos desconocen, sino que nos contagien su entusiasmo y su pasión por las letras. En  consecuencia, es el hábito de la lectura la condición sine qua non para desarrollar la comprensión lectora, y debe inculcarse desde los primeros años.

Siendo el bajo nivel de comprensión lectora un problema estructural, es difícil obtener mejoras sustantivas en el corto plazo. En este sentido, una reingeniería  educativa en nuestra región, supone capacitar, como es obvio, a  los docentes, (y ya existe más de un programa en marcha). Sin embargo, ninguna capacitación funcionará si no logramos formar docentes lectores, pues nadie da lo que no tiene. Aunque parezca utópico, imagino a los especialistas de la DREP, y de las Ugeles, acompañando a los docentes de todas  las  instituciones educativas (I. E.), en ambiciosos programas de lectura. En lugar de limitarse a meros fedatarios de la existencia de la documentación curricular (programaciones, unidades, planes de clase, etc.), deben mantener un trabajo fluido y reflexivo (antes que punitivo) con los maestros de aula de  cada I. E.

Luego, hay un enorme trabajo que realizar con los padres. Quizá no logremos generar el hábito de lectura en ellos, pero al menos podemos entrenarlos para que conversen con sus hijos, por ejemplo, sobre los temas y las enseñanzas de lecturas sencillas. Definitivamente es de consenso general que los cambios más profundos y sostenibles pasan necesariamente por una reforma educativa. Existe también unanimidad de que su éxito sólo se garantiza con el involucramiento activo de la triada: docente – alumnos – padre de familia. Finalmente, y también hay consenso al respecto, no puede existir otro momento más propicio que el actual, pues se cuenta con los recursos económicos. Si no queremos que la prosperidad, como en otras épocas,  sea efímera; debe basarse en la transformación educativa y tecnológica. Hay que considerar además, que ésta contribuye enormemente a mejorar la redistribución de la riqueza que tantos conflictos sociales nos cuesta en la actualidad.